Para nuestro primer aniversario de bodas queríamos ir a un lugar a relajarnos, pasar el día en una alberca, tomando el solecito sin preocupación alguna, sin prisas, sin agenda, no aeropuertos, no metro, ni taxis, ni pizca de estrés.
Así que elegimos un hotel que nos enamorara en un lugar relativamente cerca, con mucho encanto y mucho, muucho calor: Palm Springs, situado en el Valle de Coachella, rodeado de montañas y palmeras fue el lugar elegido para conmemorar taaan perfecta fecha, Palm Springs here we go!
Alistamos nuestro traje de baño, el playlist para la carretera y emprendimos el camino, de no más de tres horas, hacia nuestro destino.
Mi parte favorita del camino: cuando aparecen los miles de aerogeneradores en el parque eólico de San Gorgonio, no sé realmente por qué, pero me encantan, disfruto verlos ahí dando vueltas tan autosuficientes, y sobre todo si estoy escuchando una cancioncita bonita que le sirva de soundtrack a la imagen, simplemente me fascina.
Tenía varios videos y fotitos de la carretera pero por alguna razón desaparecieron 😦 ya volveré a tomar esa ruta con algún pretexto pronto para traer la evidencia.

Una vez adentrados entre tanta montaña estábamos ya en Palm Springs, súper bonito con sus casas fancys, rodeado obviamente de palmeras, un mega calorón y nadaaa de gente en la calle.
Lo primero que hicimos al llegar fue encontrar un lugar para comer y ver el partido de ida de la Supercopa de España, el clásico Barcelona vs Real Madrid que mi Madrid ganó 1-3, así que no pudimos empezar la vacación con mejor mood (para mí, claro).
Nos hospedamos en el Hard Rock Hotel, era pleno agosto, el clima estaba perfecto, mucho calor para la vida real pero ideal para estar todo el día en la alberca.
Palm Springs es pequeño realmente, hay bastantes actividades al aire libre, se practica mucho tenis, golf, senderismo y tiene algunos museos para explorar, pero el objetivo de este viaje era romancear y relajarnos haciendo absolutamente nada, así que con eso en mente el hotel estuvo perfecto, cositas rockstars por todos lados, la habitación súper cómoda donde hasta la funda de la almohada tenía una guitarra, balcón con ventana enorme con vista a las montañas, muy buen servicio y cerca de muchos restaurantes.




Yo hubiera estado feliz sin salir para nada del hotel, pero obvi también quisimos explorar un poco, no podemos resistirnos, caminamos por la calle principal que tiene tienditas, restaurantes y bares, alrededor de casi todos los lugares hay aspersores que generan una brisita rica para refrescarte mientras vas caminando, esa idea me pareció GENIAL.
Por la noche fuimos a tomar unos tragos a un restaurante cerca del hotel, Las Cazuelas, con música en vivo, mucha gente y muy buen servicio, nos la pasamos súper bien con margarita en mano y todo el mood vacacionista activado.





El mini viaje fue todo un éxito, descansamos como nunca, disfrutamos la alberca, el jacuzzi, el desayuno en Denny’s♥ (de mis favoritos), pedimos comida para llevar al cuarto y cenamos en el balconcito y no hubo preocupación por absolutamente nada.
Palm Springs es como una casa de verano, de esos donde la gente se olvida de la realidad, tiene un encanto particular, como muy retro, todo se une perfectamente para hacerte entrar en ese mood relajado y vacacionista que tanta falta hace de vez en cuando.


La próxima vez que necesitemos un break de la vida ajetreada de adultos muuuuy seguramente volveremos, exactamente a ese hotel, con exactamente ese clima y exactamente ese itinerario.
Happy first anniversary to us!♥